La ‘startup’ vasca Foilchemy desarrolla el primer barco de vela ligera equipado con un sistema de control de hidroalas, una solución exportable a todo el sector naval.

Doblar la velocidad reduciendo el consumo de combustible hasta en un 60%. Esa la promesa que Foilchemy acaba de lanzar al sector naval con la presentación de Naia, el primer barco de vela ligera equipado con el sistema de control de hidroalas desarrollado por esta ‘startup’ vasca. La firma, que participó en la edición de 2018 de B-Venture, está especializada en el desarrollo a medida de sistemas de navegación electrónicos para embarcaciones sobre ‘foils’ (alas), una solución cada vez más viable para recudir el impacto medioambiental del transporte marítimo.

Las hidroalas son unas planchas adosadas al casco del barco que lo elevan de forma que éste ni toca el agua (para imaginárselo quizá lo más gráfico sea pensar en un hidroavión cuyos flotadores se sumergieran en el agua en vez de deslizarse sobre ella) y, en realidad, son ya muy conocidas en los astilleros. La primera embarcación que las empleaba la construyó en 1906 Enrico Forlanini, uno de los pioneros de la aviación italiana. Lo fundamental de su diseño original no ha variado mucho; el barco posee unas alas que permanecen sumergidas en todo momento y sobre las que se eleva el resto del casco, que así no toca la superficie del agua. Parece sobrevolarla. Así, restando fricción, se incrementa la velocidad de la embarcación al tiempo que disminuye el gasto en combustible y las emisiones de gases de efecto invernadero.

El problema es que al reducir la superficie que entra en contacto con el agua también merma la estabilidad de la embarcación, lo que hace que los hidroalas resulten poco manejables, especialmente cuando las condiciones del mar se ponen en contra. Y eso es lo que resuelve Airy, el sistema de control patentado por Foilchemy, que, a modo de piloto automático, maneja por sí solo las hidroalas. «Libera al patrón de comandar los ‘foils’ y le permite desde el primer día navegar, incluso con olas como si fuera un barco tradicional», explica Eloy Rodríguez, uno los fundadores y gerente de la ‘startup’.

Sin embargo, no es en el sector de las embarcaciones de recreo donde la firma, que también ha desarrollado un software que abarata el diseño de este tipo de embarcaciones, cree que las hidroalas tienen mayor potencial y tendrán mayor desarrollo. «El sector naval está obligado por una directiva a reducir emisiones al 50% para el 2050. Los ‘foils’ pueden ser una solución, sobre todo en el transporte marítimo de cercanía, para barcos de carga pequeños que hacen rutas cortas. Éstos serán eléctricos y podrán ir a 80 kilómetros por hora, por lo que podrán llegar a ser una alternativa al transporte rodado. Así mismo los ferries de pasajeros para trayectos breves, donde ya se están desarrollando proyectos que saldrán a mercado en breve. Los barcos sobre hidroalas no trasmiten el movimiento de las olas al casco, por tanto, no marean. Las aplicaciones y ventajas en el ámbito militar son aún mayores», subraya Rodríguez.

Foilchemy, que gracias a tres rondas de financiación ya ha conseguido 1,2 millones de euros, busca ahora nuevos inversores que permitan que su prototipo pueda ser producido en serie desde el País Vasco. Además, ha desarrollado un programa de diseño de hidroalas (Navstok) para optimizar el diseño de este tipo de embarcaciones y, por tanto, reducir los costes de operación. Este programa permite a la firma diversificar su actividad y servicios de ingeniería especializada en ‘foils’ a otros fabricantes.

Fuente: El Correo / Autora: Iratxe Bernal